jueves, 4 de octubre de 2012

Don Étimo juega con dildo

Estatuilla encontrada en un convento de monjas del siglo XVIII
Las relaciones sexuales entre adultos que se respetan y aprecian, pretenden calidad no sólo cantidad; de manera que buscan trascender el mero acto fisiológico del coito para nutrir las fantasías eróticas: las propias y las del otro/a. En ese sentido, la pornografía se queda corta, ya que es la simple puesta en escena del coito sin rebasar el guión fisiológico de las penetraciones como una única tabla gimnástica ad infinitum. En cambio, el erotismo demanda creatividad intelectual para formular un relato, una historia, un idioma o lenguaje corporal íntimo, único (cabe apuntar que así como no hay dos cuerpos idénticos, no hay dos relatos idénticos, pero eso sería materia de otra reflexión). La amistad erótica así, gusta del juego... y los juguetes. Verbigracia, la masturbación en solitario o en pareja se puede realizar no sólo con la mano sino con un dildo (consolador, vibrador), vocablo inglés procediente del italiano dil(e)tto, 'deleite', 'gozo'. Ahora, si al deleite del falo de juguete se incorpora música (¡es la era de los gadgets!) mejora el juego.